LA BAILARINA DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN – 2nda Parte

Edith Eger, su hermana Magda y su nueva familia
emigraron a los Estados Unidos después de la guerra. Miles de millas separaron
a Eger de su pasado, pero los recuerdos y el trauma la acompañaron. En su libro
“La Bailarina de Auschwitz”, Eger describe sus recuerdos intrusivos, su corazón
acelerado y la visión estrecha, con detalles viscerales.
Aunque Eger se negó a hablar de su pasado a sus tres
hijos, su hija Marianne, de 10 años, encontró un libro de historia con fotos de
los cadáveres esqueléticos apilados. Le preguntó a su madre qué era y Eger tuvo
que salir corriendo de la habitación y vomitar en el baño. A los 30 años, Eger
comenzó a estudiar psicología en la Universidad de Texas. Lenta y
cautelosamente, empezó a hablar sobre el Holocausto y a examinar su
experiencia, con la intención de aprender cómo sobrevivimos al trauma y qué
transforma a una "víctima" en una "sobreviviente".
Especializada en estrés postraumático, Eger comenzó a
trabajar con el ejército estadounidense. Pero su verdadero avance se produjo
cuando tenía 53 años. "Tenía una bata blanca que decía ¨Dr. Eger¨, pero me
sentía como una impostora porque realmente no lidiaba con mi pasado", dice
ella. "No podría ser una buena guía para mis pacientes o llevarlos más
allá de lo que yo misma había ido. Para eso, tuve que volver a la guarida de
los leones y mirar el lugar donde asesinaron a mi madre, donde estaba tan cerca
de la muerte todos los días".
Fue durante este regreso a Auschwitz que Eger se
enfrentó a una verdad devastadora, un recuerdo que había tratado de ocultar
incluso a sí misma: Siendo adolescente, cuando llegó a Auschwitz y esperó la
selección, el oficial Nazi miró la cara sin arrugas de su madre, luego se
volvió hacia Eger y le preguntó si era su "madre" o su
"hermana". Eger no pensó en nada más y simplemente le dijo la verdad.
Entonces su madre fue trasladada a la otra línea, la línea que conducía
directamente a la cámara de gas.
“Hasta que regresé, yo era mi peor enemiga”, dice
ella. “No solo tuve la culpa del sobreviviente, también tuve la vergüenza del
sobreviviente. No necesitaba un Hitler por ahí, tenía un Hitler dentro de mí
diciéndome que no era digna, que no merecía sobrevivir. Ese día, me permití ser
humana, no sobrehumana ni subhumana. Hacemos las cosas como los seres humanos y
cometemos errores. Si hubiera sabido mejor, lo habría hecho mejor, créeme. Pero
a menos que reconozcamos que no podemos cambiar el pasado, realmente no podemos
sanar y vivir la vida”.
El libro de Eger, “La bailarina de Auschwitz”, es un
éxito de ventas internacional y tardó 10 años en escribirlo. Transportarse
fuera de su "paraíso" y regresar al "infierno" no fue
fácil. “Fue muy difícil, pero creo que es lo mejor que he hecho”, dice ella, “porque,
como ven, lo opuesto a la depresión es la expresión”. “Pude sacarlo y llorar y
llorar. ¡Con cada página perdí 2,000 libras de peso emocional!”
Cada parte de su experiencia ha contribuido a su
trabajo. “Ayudo a la gente a darse cuenta de que la prisión más grande está en
su mente, y estar libre del pasado significa no huir de él u olvidarlo, sino
enfrentarlo. Veo mi trabajo como mi vocación. Y todavía no he terminado", ¡dice
a sus 90 años de edad!
Y tú: ¿Has hecho las pases con tu pasado?
Traducción y adaptación de un artículo del periódico
The Guardian. https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2018/sep/02/mind-power-in-auschwitz-and-healing-decades-later-edith-eger
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