LA
PEQUEÑA ALMA Y EL SOL – Parte 1
¡Cuento
infantil con enseñanzas para todos!
Había
una vez una pequeña Alma que dijo a Dios: -¡Ya sé quién soy!
Y Dios
le contestó: -¡Maravilloso! ¿Quién eres?
La
pequeña Alma contestó a toda voz: -¡Soy la Luz!
Dios
sonrió ampliamente: -Así es -exclamó-, tú eres la Luz.
La
pequeña Alma estaba feliz, porque había comprendido lo que todas las Almas del
reino trataban de entender. -¡Hurra! ¡Esto es fantástico!
Pero
poco después ya no le bastó con saber quién era. Sentía cierta inquietud en su
interior, porque quería ser plenamente lo que era. Así, la pequeña Alma volvió
a hablar con Dios, para comunicarle sus ideas (lo cual no es mala idea para todas
las Almas que quieren ser quienes son realmente): -¡Hola, Dios! Ahora que ya sé
quién soy, ¿sería bueno “serlo”?
Dios
respondió: -¿Quieres decir que deseas ser quien ya eres?
-Pues...
verás. Una cosa es saber quién soy, y otra muy distinta es serlo realmente.
Quiero sentir como es ser la Luz.
-Pero
si ya eres la Luz -repitió Dios, sonriendo otra vez.
-¡Si,
pero quiero saber cómo se siente serlo! -exclamó la pequeña Alma.
Creo
que debí imaginármelo -repuso Dios, riendo-. Tú siempre has sido la más
aventurera -y, tras un instante, la expresión de Dios cambió-. Pero hay una
cuestión...
-¿Qué
es? -preguntó la Almita.
-Que no
existe otra cosa además de la Luz. No creé otra cosa que lo que tú misma eres.
Así que no hay un modo sencillo para que experimentes quien eres, puesto que no
hay nada que no seas.
-¿Cómo?
-repuso la pequeña Alma inocente, estaba un poco confundida.
-Piénsalo
de este modo. Eres como una vela en el Sol. Ya estás ahí, junto con millones y
millones de otras velas que forman el Sol. Y el Sol no sería el mismo sin ti,
porque le faltaría una de sus velas, y así no podría brillar tanto… Sin
embargo, que puedas experimentar que eres la Luz, estando dentro de la Luz... eso
es lo difícil.
-Tú
eres Dios, ¡ya se te ocurrirá algo!
Dios
volvió a sonreír: -Ya pensé en algo. Puesto que no puedes sentirte como Luz al
estar en ella, te rodearé de oscuridad.
-¿Qué
es la oscuridad?
-Es
aquello que tú no eres.
-¿Tendré
miedo de la oscuridad? -gimió la Almita.
-Solo
si así lo quieres -respondió Dios-. A decir verdad, no hay nada que temer, a
menos que así lo decidas.
Entonces
Dios le explicó que, para poder experimentar cualquier cosa, se requiere de su
opuesto. -Ese es un gran don, porque sin el opuesto no podrías conocer como es
todo lo demás. No podrías saber que es lo caliente sin lo frío, el arriba sin
el abajo, lo rápido sin lo lento…
Por lo
tanto -concluyó Dios-, al verte envuelta en la oscuridad, no cierres el puño ni
alces la voz para maldecirla. Más bien, sé Luz entre las tinieblas, y no te
enojes por ello. De ese modo sabrás quién eres realmente, y también los demás
lo sabrán. Permite que tu Luz brille para que todos sepan que eres alguien muy
especial.
-¿Quieres
decir que está bien que los demás sepan que soy alguien muy especial?- inquirió
la pequeña Alma.
-¡Por
supuesto! -rió Dios-. ¡Está muy bien! Pero recuerda que "especial" no
quiere decir "mejor". ¡Todos son especiales, cada uno a su modo! Pero
hay muchos que no lo recuerdan. Les ayudarás a entender que está bien que sean
especiales, cuando tú misma sepas que está bien ser especial.
-¡Fantástico!
-exclamó la Almita, quien bailaba, reía y daba saltos de felicidad. - ¡Puedo
ser todo lo especial que quiera!
-Sí, y
puedes serlo a partir de ahora mismo- agregó Dios, quien bailaba, saltaba y
reía con la pequeña Alma- ¿Qué parte de lo especial quieres ser?
La
pequeña Alma se detuvo y dijo: -¿Qué parte de lo especial? No te entiendo.
-Verás...-
le explicó Dios- ser la Luz es ser especial, y eso mismo está hecho de muchas
partes: Ser generoso es ser especial, ser amable es ser especial, ser creativo
es ser especial, ser paciente es ser especial. ¿Se te ocurren otros modos de
ser especial?
La
pequeña Alma se quedó en silencio por un instante: -¡Se me ocurren muchas
formas de ser especial! Es especial ayudar a los demás. Es especial compartir.
Y ser amistosa también es ser especial. ¡Ser considerada con los demás es ser
especial!
-¡Así
es!- concordó Dios-. Y tú puedes ser todo eso, o cualquier otra parte de lo
especial que desees ser, en cualquier momento. Eso significa ser la Luz.
-¡Ya se
lo que quiero ser!- anunció la Pequeña Alma, muy emocionada-. Quiero ser la
parte de lo especial llamada "perdonar". ¿No es especial perdonar?
-¡Oh,
sí! -aseguró Dios-. Eso es muy especial en verdad.
-Entonces,
eso quiero ser. Quiero perdonar. Quiero experimentarme a mí misma de ese modo.
-Bien-
dijo Dios-. Pero hay algo que debes saber.
La pequeña
Alma comenzaba a impacientarse. Parecía que siempre había complicaciones.
Primera
parte de una adaptación del cuento relatado por Neale Donald Walsch.
(Te invito a continuar leyendo el cuento a partir
del sábado 4 de Mayo)
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