RATAS COMPASIVAS
Las ratas tienen muy mala reputación entre
nosotros los humanos. Por ejemplo, en algunas partes a quienes roban se les
dice ratas. Sin embargo, algunos experimentos han encontrado cualidades muy
positivas en ellas.
En un estudio publicado en 2011 por parte de Peggy Mason de la Universidad de
Chicago, se informó que al parecer las ratas sentían empatía hacia otras de su
especie: Cuando se situaba a una de ellas libre junto a otra encerrada en un
tubo, la primera liberaba a la segunda una vez que aprendía a accionar el
mecanismo. En cambio, cuando el tubo cerrado estaba vacío o contenía un objeto,
las ratas no lo abrían. Es más, si junto al animal preso se situaba otra celda
idéntica con chocolate, el roedor libre ayudaba a su compañero primero, y luego
entre ambos se repartían la comida.
Los escépticos señalaron que, en realidad, no
se trataba de empatía. Dijeron que como a las ratas les gusta la compañía, lo
que sucedía era que la rata liberadora, no sentía el estrés de la otra ni trataba
de evitar su sufrimiento, sino que sólo buscaba su compañía para su propio
beneficio.
Para tratar de dilucidar este punto, el grupo de la universidad japonesa Kwansei Gakuin diseñó un experimento distinto. Los científicos construyeron un recinto con dos compartimentos, uno seco y otro con un cierto volumen de agua que obligaba al roedor a nadar indefinidamente (lo cual les generaba mucho estrés). Al situar a un animal en cada uno de los dos habitáculos, descubrieron que el roedor en el espacio seco abría la compuerta para permitir que su compañero escapara del agua, y observaron que el auxilio era más rápido cuando el propio roedor salvavidas había sufrido antes la experiencia de estar en el compartimiento con agua.
Los investigadores indicaron que esto
significaba que cuando la rata ya había pasado por la experiencia de estar en
el agua, no solamente reconocía mejor la situación estresante en la otra, sino
que estaba más motivada a ayudar.
Por otra parte, y esto es lo interesante, no
ayudaron a la rata vecina cuando los experimentadores no colocaron agua en el
compartimiento. Por lo tanto, las ganas de tener compañía no era lo que las
motivaba a abrir la compuerta sino el interés por ayudarlas a escapar de la situación
de estrés.
No contentos con el resultado, los investigadores pusieron la capacidad de empatía de las ratas al límite ofreciendo chocolate a cambio de no ayudar a la compañera. La rata en el recinto seco podía elegir entre abrir la puerta a la compañera en el agua o abrir la puerta a otro compartimiento que tenía chocolate (muy apetecido por ellas).
Se encontró que la mayoría de las ratas ayudaron a sus compañeras a cambio de renunciar al chocolate. Esto sugiere que para las ratas, el impulso de ayudar a un congénere es superior al de deleitarse con una golosina.
Para finalizar, podemos concluir qué sería
muy conveniente y oportuno seguir el gran ejemplo de las ratas y motivarnos a expresar
empatía y solidaridad entre nosotros los humanos, cada vez que se nos presente
la oportunidad, para hacer de este planeta un lugar más amable para vivir.
Historia tomada de:
Y tú: ¿Estás dispuesto/a a dejarte inspirar
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