EL PERDÓN DE UN PADRE
Cada domingo, Eddy Hekman conversa
telefónicamente con "la bestia
de Baflo", apodo con el que la prensa bautizó a un inmigrante que asesinó a una joven
holandesa. Una vez por mes, Eddy
lo visita en el centro donde permanece recluido. Conversan de muchos temas, es
una relación afectuosa, pero a veces resulta inevitable recordar la noche en la
que el homicida mató a la joven Renske,
la hija de Hekman.
Su hija era una chica feliz, risueña y un
poco tímida. Amaba la naturaleza, era aventurera y viajaba mucho. Estudió biología y trabajó en una organización con focas
en Holanda.
Renske tenía 26 años cuando, en un viaje en tren a
Suiza, conoció a A. Samarie, un refugiado proveniente de Benín,
país del Africa occidental. No tardaron en enamorarse y el solicitante de asilo
fue bien recibido por los padres de su nueva novia.
"Eran
una gran pareja. Venían mucho a visitarnos los fines de semana",
contó Hekman. Todos compartían la pasión por el fútbol y Samarie fue tratado
como un hijo más. "Éramos como una
gran familia".
Luego de trabajar como adolescente en una
plantación de bananas, se subió a un barco de carga en el que navegó más de
8.000 kilómetros. El joven había llegado a Holanda en el 2002, seis
años antes de conocer a Renske. Vivió en varios centros para refugiados
hasta que logró asentarse, trabajando seis días por semana repartiendo diarios.
"Samarie
era amable y atento, nunca mostró signos de agresión", cuenta Eddy. Pero cuando su esposa escuchó las noticias de
un crimen en la aldea de Baflo, cerca del santuario de focas donde
trabajaba su hija Renske, supo en el momento que se trataba de ella. "Había
noticias en internet de que una joven había sido asesinada por un hombre con
rastas. Baflo es muy pequeño y había un solo hombre con rastas, así que
sabía que tenía que ser Samarie y que la joven sería Renske", recordó ella.
El tortuoso suspenso culminó cuando dos
policías aparecieron en su puerta para confirmarle la noticia. "Me dijeron
que Renske y Samarie habían
discutido y que él la golpeó en la cabeza con un extintor", indicó
la madre. Fue el 13 de abril de 2011, cuando Renske y Samarie ya
llevaban más de dos años de relación.
Pero para Eddy Hekman, era importante comprender mejor lo que había ocurrido.
Desgarrado por la tragedia y confundido por el accionar desconocido de un
hombre en el que confiaba, comenzó a armar un rompecabezas de explicaciones. "Lo
que también era parte de la historia es que el día anterior, el 12 de abril,
Samarie había recibido el rechazo
definitivo a su solicitud de permanecer en Holanda como refugiado",
señaló Hekman.
Adicionalmente, Samarie estaba tomando una
serie de antidepresivos y
unos días previos al asesinato le habían cambiado la dosis, lo que pudo haber afectado su comportamiento.
"No soy médico, pero he leído sobre el tema y es una posibilidad",
comenta Eddy. Al parecer, la mezcla entre ese cambio y la ansiedad por ser repatriado fue explosiva.
Con ese mapa mental, dos meses después del
crimen, la pareja le escribió una carta a Samarie a la cárcel donde estaba
detenido, pidiendo una reunión, que se concretó tres meses después.
Son incontables las emociones que cargaban la
sala de visitas en la prisión de La Haya. Estaban acompañados por una terapeuta
y el abogado del autor del crimen. "Simplemente lloramos", describió el
padre. "Principalmente hablamos sobre lo que él creía que había
pasado y por qué había pasado", añadió.
En principio, Samarie fue condenado a 28 años
de prisión. El caso fue ampliamente seguido por los medios locales. Sin
embargo, en una segunda instancia, la pena fue reducida a cinco años y medio,
plazo que ya cumplió. Ahora, está recluido en un instituto psiquiátrico, donde
es visitado a menudo por los padres de su ex novia. Eddy Hekman y Samarie trabajaron
en colaboración para escribir un libro sobre lo sucedido.
"En
algún punto tienes que tomar una decisión: Ser crítico o tomar el camino que
tomamos nosotros. Ciertamente no es el camino que tomaría la
mayoría de las personas, pero es el camino que elegimos y creemos que es lo
mejor para nosotros", comenta Eddy.
"Mi
hija querría esto, que tuviéramos este tipo de relación. Sé que es algo
inusual, pero él es como de la familia. A veces las emociones regresan del pasado,
pero poco a poco se diluyen con el paso del tiempo".
"Lo
que pasó nunca puede ser borrado, ni para él ni para nosotros. Puedo
entender que la gente piense que es increíble que siquiera podamos mirarlo a
los ojos, pero es nuestra forma de
afrontar el tema", concluye Hekman.
Adaptación de una historia de la vida real, publicada en:
https://www.infobae.com/america/mundo/2019/03/26/la-historia-del-padre-que-acogio-en-su-familia-al-asesino-de-su-hija-y-juntos-escribieron-un-libro-sobre-el-crimen/ https://www.bbc.com/mundo/noticias-47661288
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