EL TOQUE DEL MAESTRO
En una ocasión se estaba realizando una
subasta popular en la que figuraban una gran variedad de objetos. Entre ellos
había un viejo violín que el moderador de la subasta apenas pensaba que valía
la pena ofrecer, por el deteriorado estado en que se encontraba.
De todos modos, lo levantó y, sacudiendo el
polvo, anunció con una sonrisa: “Aquí tienen señoras y señores su oportunidad.
¿Cuánto ofrecen por el violín? ¿Quién hará la primera oferta?”
Una voz respondió con desgano: “Ofrezco un
dólar.”
“¿Un dólar, no más?”, preguntó el martillero.
“Bueno, ¿quién ofrece dos?”.
Tras una pausa, otro ofreció dos dólares; y
finalmente un tercero ofreció tres, pero era evidente que no había interés.
Estaba el moderador en el acto de levantar su
martillo para rematar el violín en tres dólares, cuando divisó a un anciano
canoso que venía avanzando hacia él, así que se detuvo.
El anciano sencillamente pidió permiso para
tocar el instrumento por un momento. Aunque no era parte del protocolo, el martillero
se sintió mal con la idea de rechazarle la solicitud delante de todas las
personas y le concedió el permiso.
Toda la concurrencia entonces le observó
mientras ajustaba las cuerdas y colocaba el violín en la posición correcta para
tocarlo. Luego, tomando el arco, el hombre comenzó a tocar la más maravillosa
melodía que los asistentes habían escuchado. Con singular maestría continuó
tocando mientras su audiencia contenía el aliento, fascinada y extasiada. Algunos
incluso, lloraban conmovidos.
Cuando el anciano terminó y devolvió el
violín, todos estaban asombrados y, en medio del silencio y la expectativa que
reinaban en el ambiente, el moderador, con voz suave y casi reverente, volvió a
hablar:
“Señores: ¿Qué me dicen ahora?, ¿cuánto
ofrecen ahora por el viejo violín?”.
Para sorpresa de algunos y admiración de
otros, se escuchó una voz emocionada decir: “¡Mil dólares!”.
Luego otro postor ofreció dos mil y un
tercero tres mil; y en ese precio fue vendido.
Entre otras voces se oyó una que preguntó:
“¿Cómo pudo el violín cambiar de valor tan fenomenalmente?”.
La respuesta dada fue muy acertada: “Fue el
toque de la mano del maestro”.
Acto seguido alguien más añadió: “Si un
maestro musical puede hacer eso con un violín, imagina lo que un maestro
espiritual puede hacer con cada uno de nosotros”.
Adaptación de un cuento de autor desconocido.
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